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Maria Montessori también estudió a los adolescentes. Este no es uno de sus trabajos más conocidos, ya que se le reconoce más su trabajo con niños pequeños, pero analizó el compartamiento de los chicos y chicas y llegó a conclusiones muy interesantes y que aún hoy son muy válidas, como todo lo que encontramos en su método.

Ella escribió solo un texto sobre los adolescentes, que se encuentra en el final del libro “De la Infancia a la Adolescencia”. Se trata de un apéndice que ya empieza de una manera bien directa: 

“La imperiosa necesidad que se siente en nuestros días en la enseñanza secundaria no pone solo un problema pedagógico sino que también un problema humano y social que se pueden sintetizar así: las escuelas como se presentan hoy no son adecuadas ni a las necesidades del adolescente ni a la época en que vivimos” (Maria Montessori, “De la Infancia a la Adolescencia”)

María M. nos recuerda que los niños, al entrar en la adolescencia, ya están a un paso de convertirse en hombres y en mujeres que trabajarán en la sociedad. Es importante que la escuela proporcione a esos individuos condiciones para desarrollar sus trabajos, pero también es importante prepararlos desde el punto psicológico.

Maria Montessori nos decía que los adolescentes tienen unas necesidades que debemos atender, que son:

  • La necesidad del grupo, desde la etapa de 6 a 12 años el niño tiene la necesidad de estar en grupo con otros niños de su edad y de desarrollar su trabajo con ellos. Ahora, en el tercer plano de desarrollo, la etapa de 12 a 18 años, esta tendencia humana es aún mayor. 

Puede parecer obvio si recordamos cuando éramos adolescentes. Queríamos estar con nuestros amigos todo el tiempo hablando al teléfono, salir a la calle, la discoteca con ellos etc. Hoy en día los chicos y chicas se reúnen en Tik Tok, Whatsapp, Youtube, Instagram, Twitch… el grupo ha direccionado al mundo virtual, pero ahí está. 

Es importante que el chico y la chica esté en un grupo inclusivo, es decir, un grupo donde pueda ser quién de verdad es. Imaginamos, por ejemplo, una chica que no le gusta maquilarse. Pero para entrar al grupo que ella quiere, es necesario que se maquile, como las otras chicas. Entonces ella pasará a maquilarse, aunque no disfrute de eso, pero lo hace para ser aceptada. Es eso lo que deberíamos enseñar a nuestros adolescentes, que sepan identificar y que no participen si no lo sienten.

¿Cómo podemos nosotros ayudar en este caso? Podemos organizar sesiones de peli en casa con pizzas a fin de conocer a los amigos de nuestros hijos. Una vez que están en casa, no iremos a juzgarles, pero sí escucharlos y observar para saber quiénes son. 

  • Servir a la sociedad, Maria Montessori decía que el adolescente tiene la necesidad de servir a la sociedad para sentirse útil, que contribuye. Ella llamaba el adolescente como “embrión social”. Es el momento en que se está transformando en la persona que actuará en la sociedad, ya no será solamente nuestro hijo o alumno. 

Podemos apuntar a nuestro adolescente a un trabajo voluntario relacionado con algo que le guste. Por ejemplo, si es un amante de los animales, puede ser voluntario en un refugio o protectora. 

Un trabajo voluntario empodera al joven, aumenta su autoestima, le trae nuevas amistades, le enseña un trabajo. Y también se sentirán útiles al ayudar a alguien que les necesita. 

  • Realizar un trabajo remunerado, la tercera necesidad del adolescente es de trabajar y ser remunerado por ello. No estamos hablando aquí de aquellos jóvenes que son obligados a entrar en el mercado de trabajo porque necesitan ayudar económicamente a sus familias. Estamos hablando de que el chico debería trabajar y tener su sueldo para él. Se trata de que tenga independencia financiera. Para el adolescente, pedir dinero a sus padres es algo humillante. 

En el método Montessori, la etapa de Taller III y IV, también conocida como Erdkinder, la equivalente a la etapa de 12 a 18 años, se suele desarrollar en una granja escuela. 

La doctora Montessori defendía que los adolescentes deberían vivir en la granja para poder vivir mejor el proceso de individualización. En esta granja escuela, aprenderían no solo la parte académica, sino como también a desarrollar un trabajo remunerado. Puede ser vendiendo las verduras y frutas plantadas en la granja escuela, miel, huevos y otros productos naturales que podemos tener en una granja.

Otro ejemplo es también administrando un hotel. Esas escuelas tienen habitaciones para visitantes y son los chicos y chicas los que administran las reservas, el pago, la limpieza y manutención etc.

Si te gustaría saber cómo funciona una verdadera escuela Montessori para adolescentes como la doctora había planteado, te invito a ver la web del colegio Hershey Montessori School, que está en Ohio, Estados Unidos. Allí, los chicos y chicas de 12 a 18 años aprenden lengua, matemáticas, geografía, historia etc, como todos, pero también aprenden a cocinar, a hablar en público, a emprender, a crear un presupuesto. 

 

“Si la pubertad es por el lado físico una transición de un estado infantil a un estado adulto, también hay, por el lado psicológico, una transición del niño que tiene que vivir en familia, al hombre que tiene que vivir en sociedad. Estas dos necesidades del adolescente: la protección durante el tiempo de la difícil transición física y la comprensión de la sociedad en la que está a punto de ingresar para desempeñar su papel como hombre”. (Maria Montessori, “De la Infancia a la Adolescencia”)

BLOG MONTESSORI

No podría terminar este artículo sin contestar a una pregunta muy común cuando hablamos de adolescencia en Montessori. ¿Y la universidad? Está muy bien eso de trabajar, de aprender a ser emprendedor, pero y la etapa de la universidad, ¿qué decía Montessori a respeto?

Ella decía que la universidad era la escuela de los adultos, pero que trataba a los alumnos exactamente como a los niños en la escuela infantil o primaria, obligándoles a estar sentados y escuchando a sus profesores. La única diferencia, decía ella, es que “las vacaciones son más largas”. También decía que se limitaba a formar profesionales, y no debería ser así. La universidad debería ayudar a formar la sociedad. En sus palabras: “la nueva universidad deberá tomar su nueva dignidad de estos factores y no solo de la cultura (…). Hoy la moral del hombre no puede ser desarrollada ni por la filosofía ni por las discusiones de conceptos metafísicos, sino únicamente por la actividad, por la experiencia, por la acción.”

 

Por Alessandra Mosquera

Periodista y asistente de Guía Montessori para las etapas de 3 a 6 y de 6 a 12 años.

Autora del blog  Nuestros Momentos Montessori.


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