Que los niños de 0-3 años no sepan hablar o escribir no significa que no tengan capacidad de trascender. De hecho, después del llanto, el garabato se convierte en la mejor herramienta para comunicarse. Por medio de él dejan constancia de su existencia y forjan su identidad.

 

La observación y la interpretación del garabato nos ayuda a conocer la naturaleza del niño y a satisfacer cualquier necesidad que pueda tener. De esta manera, el pequeño adquiere confianza en si mismo y establece las bases psicológicas de un buen desarrollo. ¿Conoces ese momento en el que conectas con alguien sin necesidad de decir una palabra? Yo lo viví con una pequeña de 28 meses. Nunca me he sentido más amada y tranquila. Sus ojos clavados en los míos me hicieron entender que la comunicación va más allá de lo que escuchamos y decimos.

 

¿Cómo interpretar los garabatos?

 

Por medio de los dibujos los pequeños se comunican con el exterior. Una correcta interpretación de los mismos ayuda al adulto a detectar cualquier carencia y, por tanto, solventarla. Pero ¿cómo?

 

Existen una serie de elementos que nos facilitan la observación:

 

El modo: se refiere a la forma cómo el niño sostiene el lápiz. Si lo sujeta de una manera relajada, estamos ante una expresión libre y tranquila mientras que si lo hace de una forma forzada, se trata de una manifestación de tensión de diverso tipo.

Aunque se debe enseñar al pequeño a tomar el lápiz de un modo correcto, nunca hay que forzarlo.

 

El espacio: cuando está lleno, indica confianza , extroversión y deseos de crecer. En cambio si está prácticamente vacío, nos muestra a un niño temeroso y tímido.

 

El punto de inicio (dónde empieza a dibujar). Debido a su naturaleza egocéntrica debería comenzar en el centro de la hoja. De esta manera muestra que él está en el epicentro del mundo exterior. Si no es el caso, nos encontramos ante un indicio de inhibición o timidez.
Es muy importante que en los primeros años de vida el pequeño pueda satisfacer la necesidad de sentirse el protagonista de su mundo.

 

El trazo: cuando éste es seguro refleja un niño que se siente libre para explorar. En el caso de que sea tembloroso o titubeante muestra algún miedo a que, por ejemplo, no obtenga la aprobación de los adultos. También puede ser consecuencia de una educación rígida.

 

La presión: un trazo que sea apenas perceptible señala que el pequeño tiene una naturaleza sensible. Cuando está muy marcado refleja un niño con fuerte energía y vitalidad que necesita disponer de un espacio amplio.

 

La forma: es decir, la manera cómo el niño se sitúa en el mundo, se percibe y se va desarrollando. De esta manera, el pequeño se puede reflejar como:

 

– Un círculo: manifiesta una naturaleza abierta y el deseo por comunicarse con los demás


– En ángulo: trazos en la misma dirección. El niño nos expresa que algo le ha herido o enfadado.


Trazos puntiagudos desparramados aquí y allá con diferentes orientaciones: muestra una vida emocional intensa. Expresa necesidad de contacto con la persona de referencia.

 

Forma de ovillo:  indica un miedo a salir. El niño se encierra como en el útero de la madre a fin de protegerse de aquello que le hace daño. Es una llamada de auxilio para que le ayuden a salir de esa madeja en la que se encuentra metido.

Mediante esta orientación las familias y los educadores podemos detectar situaciones pero en ningún caso diagnosticarlas. En el caso de duda es necesario ponerse en contacto con un psicólogo infantil.

 

Gracias a la observación los adultos pueden dar la señal de alarma y evitar que el pequeño adquiera mecanismos de defensa inadecuados.

 

Descubre cómo evoluciona el grafismo del bebé

 

A medida que el niño desarrolla su psique también lo hacen sus sentidos. Esta combinación entre mente y cuerpo permite al pequeño dar el salto cualitativo más importante de nuestra especie: la manifestación del yo.

 

Es una transformación increíble que nadie debería perderse. De una manera muy esquemática os informamos sobre las etapas del grafismo:

 

NIVEL MOTOR: (aproximadamente hasta los 20 meses): Los niños garabatean con la mano derecha o izquierda indistintamente. Los trazos tienden a ser centrifugados. Es lo que se conoce como bucles.

 

NIVEL PERCEPTIVO (20-30 meses): En este momento el ojo del niño empieza a seguir la mano y la lleva donde quiere. Por eso es tan difícil que los niños coloreen sin salirse de los contornos establecidos. Este control se va perfeccionando a medida que el niño va madurando.

 

NIVEL DE REPRESENTACIÓN ( 30-48 meses) El niño tienen la intención de representar algo con sus dibujos. Los niños alcanzan este nivel cuando son capaces:

 

– Distinguir y dibujar una línea recta o un círculo

– Detectar que un objeto es más grande que otro

– Describir conjuntos de cosas o personas

– Reconoce la zona definida y los límites de la hoja.

 

En esta fase es importante no forzar al pequeño, ni darle la versión adulta del garabato. Hay que dejar que sea él quien ponga el nombre a sus dibujos, si lo necesita.

Comienza a usar el color de manera intencionada en función del significado que quiera dar a la creación.

 


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